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Estamos viviendo una era donde si no te reinventas, no sigues en el barco. Hay comercios que sobreviven por inercia, siguen manteniendo esos 4 clientes que les entran cada día y que gracias a una venta milagrosa les salva el mes. Pero con los mercados, esto ya no va a ser posible. O nos reinventamos o se quedaran vacíos en cuestión de pocos años.

No estamos trabajando la estrategia de venta con las nuevas generaciones, solo nos focalizamos en los más mayores, ¿por qué? ¿por qué tienen más poder adquisitivo?

Si no acostumbramos a los más jóvenes a ir al comprar al mercado, no crearán el hábito y, por lo tanto, irán al sitio fácil, rápido y a la esquina de sus casas, el supermercado.

Solo hace falta que vayáis a visitar uno de los mercados de vuestro pueblo o ciudad y os teletransportaréis de forma automática a vuestra niñez. Ese recuerdo de ir de la mano de vuestra madre o abuela, parada por parada, haciendo largas colas y escuchando las eternas conversaciones con la señora de al lado o con la misma vendedora.

Y es precioso, seguimos manteniendo esa esencia tan bonita como el trato con el cliente, pero no nos damos cuenta de que el estilo de compra ha cambiado por completo, sólo los más mayores disponen de tanto tiempo, pero las demás generaciones lo tienen más limitado.

Queremos las cosas sin tener que esperar demasiado. Vamos con el acelerador a todas partes, buscando experiencias, sin parar a disfrutar los pequeños gestos que nos regala quién nos rodea.

Y la realidad, es que antes las compras se generaban por necesidad, con el fin de alimentar a esa familia e invirtiendo todo el tiempo que se disponía, con el fin de satisfacer a través de la comida. Pero actualmente, y cada vez más, lo hacemos por ocio, creando una relación especial con el sitio donde pasamos tiempo, el espacio que nos dará diversión y comodidad. Al final el alimento lo encontramos en cualquier sitio, con una calidad razonable. Platos preparados, que el único tiempo que pierdes es en calentarlos, o comida para llevar en cualquier esquina de nuestra ciudad.

Los negocios se van adaptando y, es por eso, que los mercados también tienen la obligación de hacerlo si no quieren quedarse en el recuerdo de nuestra infancia.

 

Hay que contentar a 5 generaciones

Parecerá curioso, pero actualmente estamos conviviendo en el mismo lugar 5 generaciones, las cuales son totalmente distintas entre unas y otras, las necesidades cambian por completo y la forma de ver el mundo aún más.

Y la situación es tan exagerada, que la necesidad de adaptarse al cambio es obligatoria. Los mercados tienen que cubrir la necesidad de nuestros abuelos, pero tampoco hay que olvidarse de los jóvenes que buscan comer bien, fácil y rápido.

Si no queremos que abandonen la tradición, tendremos que crear un concepto de Mercado que les llame la atención y quieran invertir su tiempo en un lugar donde se les mime y ofrezca lo que necesitan.

El nuevo consumidor quiere inmediatez a la vez que vivir la experiencia, que sea un espacio cómodo y agradable, teniendo en cuenta la sostenibilidad y personalización del producto.